Sociedad y pintura en Holanda

Holanda va a escribir en el Barroco una de las páginas más brillantes del arte de la Edad Moderna país y sociedad originales su pintura como reflejo va estar dotada de una fascinación especial.

En primer lugar la personalidad de Holanda está en gran parte definida por el mar; por su condición de tierras bajas el mal ha sido siempre amenaza pero también un elemento con el que se ducha y con el que se domina. Tierra llana en la que sin obstáculos de relieve puede contemplarse un cielo de nubes pocas veces se ve no con agua por todas partes en sus canales, sus mares interiores, los innumerables lagunas los reflejos y la amplitud de de los horizontes sensibilizan la pupila de sus pintores. Para plasmar la tierra que ya me los holandeses no pueden servirse de la arquitectura y la plástica escultórica, artes que no han cultivado, por ello hacen del lenguaje pictórico el  vehículo expresivo, es pueblo de pintores .En otros países subsistiría cierta idealización del paisaje, en Holanda estamos en presencia de paisajes reales, no simplemente de planos en el espacio como en Francia o Italia.

El calvinismo ha suscitado en la sociedad holandesa una conciencia más ambiciosa de las responsabilidades del hombre frente al destino. Desaparece así el mecenazgo de la iglesia y el tema religioso, y aunque atendido excepcionalmente por Rembrandt, nunca encontraremos el tríptico desmesurado que se coloca en un crucero o en un gran altar sino la emoción del retrato o de la escena familiar.

En un continente de naciones monárquicas, Holanda es una república, en un siglo de monarcas absolutos y aristócratas privilegiadas Holanda es una sociedad burguesa ,de comerciantes y hombres de mar.La clientela de los artistas es bien diferente de los otros países y no es difícil explicarse la inclinación de los pintores por plasmar moradas confortables y muebles delicados. En una colectividad que vive del comercio poco lugar queda para los entusiasmos épicos y en consecuencia se plasman escenas que para otras escuelas carecían de importancia; una vista de ciudad ,una calle, un toro en un prado etc.

El país es pequeño, las distancias cortas, las poblaciones no crecen demasiado todo se mide con una escala humana que implica la aversión por la pose o la grandeza y de ahí se deriva siguiendo las directrices que en el siglo XV habían señalado los primitivos flamencos el amor hacia lo cotidiano o así al detalle aparentemente nimio. Dónde los maestros de otras latitudes buscarían una gran línea monumental los ojos de pintor holandés descubren una trenza de cabello, una hebilla en un manto, el brillo de un botón. El pincel sigue al ojo y la acción se detiene en los encantos de la existencia cotidiana.

Dominadores del color, lo aplican en pinceladas sueltas, poetas de lo pequeño, filósofos del hombre normal, quizás destaquen los pintores holandeses en su preocupación por la luz, que en los exteriores es vibrante y en los interiores tiene una forma y un sentido, al penetrar horizontalmente por las ventanas laterales y ritmar  el espacio en volúmenes acentuados por zonas de sombra. La atmósfera de los interiores no da la impresión de indiferencia sino de una presencia tenue, de una comunión del hombre con el recinto en el que vive.